La bicicleta

Todos hemos deseado alguna vez una bicicleta. Aunque creamos que lo sabemos todo sobre este gran medio, se siguen publicando estudios que respaldan y fomentan su crecimiento, y aportan argumentos que promueven su uso contra los vehículos de combustión interna. 

Un poco de historia

El padre de la bicicleta fue el alemán Karl Drais (1785 – 1851) y lo creó en el año 1817, el cual fue el primer vehículo de dos ruedas, llamado máquina andante, o en alemán “Laufmaschine”. Consistía en una especie de carrito de dos ruedas, una adelante y otra detrás, y un manillar.
Si hablamos de la bicicleta de pedales, los padres fueron el herrero francés Pierre Michaux (1813 – 1883) y el escocés Kirkpatrick Macmillan (1812 – 1878) originada en el año 1839. A partir de entonces y partiendo de la base de dichos creadores, la bicicleta ha evolucionado hasta lo que conocemos hoy día.

En el pasado representó un importante medio de transporte, pero en el mundo moderno se ha transformado en una necesidad.
No hay duda de que gracias a los avances tecnológicos existen vehículos innovadores y superequipados, pero se han convertido en una amenaza para la vida del planeta, como bien sabemos, por los desechos que estos generan.
Como alternativa y siempre que podamos deberíamos optar por la bici, ya que es buena para todos.

Persona sana → Sociedad sana

La persona que incorpore la bici como medio de transporte habitual reduce el riesgo por infarto, fortalece la zona lumbar, previene la aparición de hernias discales y provee al cerebro con más oxígeno. Entre muchas otras ventajas que mejoran la salud física y mental.

Ahorro

Tanto la inversión inicial, el mantenimiento, y la ropa de ciclismo suponen un coste muy inferior a las alternativas comunes. Además, este hecho irá cogiendo aún más peso a lo largo de los próximos años, gracias a las medidas implantadas por cada vez más países.
Hay una idea errónea que dice: “El sistema económico no promueve el uso de las bicis porque estas pueden cambiar el sistema económico”

Actualidad

Según un estudio Danés, el cual evalúa las ciudades más ciclables del planeta, se puede ver que solo aparece Barcelona como ciudad española entre las 20 primeras de su lista, siendo los primeros puestos: Copenhague, Ámsterdam, Utrecht y Amberes. Aunque es envidiable la infraestructura de estos países podemos argumentar que la climatología equilibra la ecuación, ya que las temperaturas medias en España son superiores a la de estos países.

La pandemia ha sido un punto de inflexión para este medio, pues logró que España tuviera una venta de bicicletas mucho mayor de lo esperado (1.565.233 bicicletas vendidas en 2020), incluso más que los coches. Así que se podría decir que gracias a la pandemia muchas personas se replantearon sus hábitos e incluso  la sustitución del automóvil por la bicicleta.
Esto influyó directamente en las ventas de accesorios, como la ropa de ciclismo y demás complementos.
Dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 de Euskadi tenemos el ODS 11, que anima a los ciudadanos a ser más ecológicos, para lo cual uno de los primeros pasos es optar por el transporte verde.

Está previsto a nivel mundial que para el año 2050 haya alrededor de 2.500 millones de personas más viviendo en ciudades, lo cual incrementará la utilización de la bicicleta per cápita un 72%. 

Una de las claves está en las pequeñas decisiones diarias de todos los ciudadanos. La voluntad de andar en lugar de coger el coche o la determinación de usar la bici para ir a trabajar. Recuerda una gota de agua es insignificante, pero la fuerza del mar es colosal.

Lo que nosotros (ROGERBRIZ®) podemos hacer al respecto es dar ejemplo como empresa transformando los procesos por otros más eficientes, optar por tejidos con menor huella de CO2, con una fabricación 100% centralizada en el País Vasco, y ofrecer ropa de ciclismo excelente.